miércoles, 11 de agosto de 2010

Presentación

A diferencia del insecto díptero del suborden de los Afanípteros, esta nigua no tiene parecido con la pulga, pero sí, como las hembras fecundadas, busca penetrar la conciencia del hombre y ocasionar mucha picazón intelectual en los lectores. La nigua es una revista elaborada con sueños y palabras; es el espejo frente al que Narciso declina las tentaciones del encanto y rompe lanzas mientras quema naves. Es una Atlántida resurgiendo del proverbio en donde la intimidad pudo abolir sus actos expiatorios.Muy al norte del primer escalofrío, La nigua significa un laberinto de palabras en el que nadie se extravía. La nigua es una nueva Torre de Babel en la que no hay misterio.
Hoy partimos de cero, y el guarismo deja de ser la nulidad y se convierte en el pronóstico donde las leyes del azar dejan de ser azahares apocrífos o terracotes invictos o nidos migaratorios; es la recuperación de una espada dejada en prenda en campos de batalla inverosímiles en los que las leyes del triunfo o la derrota se reducen a dejar de ser declarativos y sin embargo declaramos una Bienvenida a los músicos, pintores y dramaturgos de la Universidad Veracruzana; bienvenido Juan José Macías, director de publicaciones de la Universidad Autónoma de Zacatecas y poeta medio centenario; el hablar de Dios por Quetzalcóatl, biólogo de la UNAM; la consonancia de Lucía, profesora y poeta del Colegio de Bachilleres; la cadencia de la otra Lucía, igual, profesora y poeta de las pejeprepas, la superstición de Fernando llevada al pronóstico de la Asistencia Pública, profesor y narrador del Bacho seis, los colores y las formas de Omar Lemus, pintor fresnillense, que no dejan de ser un abracadabra de luz a pesar (y qué bueno) de todos sus enigmas; la terquedad casi taquicárdica del doctor Santander, (lo doctor no quita lo poeta), filósofo y escritor, una de las pocas voces creíbles de la Universidad del Valle de México; bienvenida Caludia Elisa, tu voz se escucha más allá de las paredes de la FFL de la UNAM, Roberto Brito, Gilberto Giles y Juan Manuel Bonilla Soto, todos, al unísono, esperemos, parafraseando a Claudia Elisa que "bajo tu palpitación omnipresente puedo sentir mis pupilas dilatadas, el ardor de un sueño saliendo de mi boca, el pulso magnético que guardan en su interior mis globos oculares. Una trayectoria interminable te consume por dentro, un lejano presentimiento de eternidad caracoleada".

Y para que cada quien inicie la lectura por donde mejor le plazca, en voz de Juarróz, declaramos nuesta dote creativa y nuestro presagio: «Yo no escribo —— para estar en la literatura ni competir en sus forcejeos por una reputación o un renombre, con o sin garantía de certificada permanencia. Tampoco escribo para depositar mi ofrenda en el ara de ese ídolo que se ha impuesto a todos los demás: el éxito. No escribo, por supuesto, para codearme con Shakespeare o Cervantes, ni para ganar dinero, posiciones políticas o ideológicas, una imagen cotizada en el mercado o la aureola de lata de la crítica y las tesis universitarias».

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