miércoles, 11 de agosto de 2010

Corporación cabeza, Quetzalcóatl Escalante Covarrubias

Lo recuerdo así desde un corto tiempo posterior al que precede mi existencia, todos van hacia algún lado excepto yo, todos trabajan impetuosamente y hacen como si eso fuese todo el propósito de su existencia. Muchos dicen que soy diferente por no tener ese compulsivo gusto por el trabajo, y es que es tan natural esa obsesión en todos mis semejantes que hasta yo llego a sentir que vengo de otro lugar.
Trabajo en una oficina cerca de casa, eso creo...en fin, mi trabajo es traducir mensajes que llegan directo a mi central y posteriormente se los doy a Omio, el encargado de llevarlos a otro sector, después se envían de partida al jefe de todos nosotros y… me da flojera seguir describiendo esta cadena alargada y aprisionante.
Desde hace algunos meses el trabajo se ha triplicado, esto con el pretexto de construir una nueva central. Se ha causado un gran alboroto entre mis similares, ejecutan todas las tareas requeridas sin ninguna premura, de hecho se seinten satisfechos de colaborar con el nuevo proyecto. A cada uno de nosostros se nos han asignado tareas adicionales a las comunmente realizadas; la mayoria de ellas son tareas que no tienen sentido. A mi cargo ha quedado la realización de una parte de los planos que habrán de guiar la construcción del nuevo edificio. La habitación que diseñé albergará a una sección de los trabajadores encargados del 16avo nivel. En principio pensé en ahorrar todo el material posible, como es costumbre en este rubro, pero finalmente opté por diseñar un espacio ostentoso e inclusive salí del proyecto original; pensé que de esta manera me iban a rechazar, pero todo lo contrario, me felicitaron por haber contribuido más de lo que se me había encomendado, ellos dijeron ver en mi empeño la entrega que tengo por mi trabajo.
Desde hace un tiempo este panorama me parecía un tanto extraño; es decir, ¿por qué de repente nuestro ritmo de trabajo había aumentado de la noche a la mañana para construir una nueva central? Y ¿por qué admitieron mi proyecto si salía del plano original?, eso, para las edificaciones puede ser catastrófico. Comencé a indagar.
Sin mucho interes al principio, pero eso si, con una incertudumbre que comenzaba a expandirse por todo mi ser, interrogué a varios miembros de la empresa a los cuales habían sido confiados la elaboración de planos del edificio. Todos coincidieron en la creación de partes individuales sin interconección lógica entre ellas, unos habían sido encomendados en construir habitaciones, pasadisos o grandes terrazas, pero la gran mayoria habían sido solo encomendados a edificar lo que quisieran. Nadie entendía que es lo que construia y para que lo estaba haciendo, es decir, ¿cómo encajarían tantos palanos sin sentido el uno con respecto del otro para forma un recinto único a partir de todos ellos? Nadie lo sabía, pero tampoco a nadie parecia importarle. Se conformaron con sentirse orgullosos de aportar algo a la nueva edificación; y este mismo orgullo sin sentido pareció apoderarse de todos mis iguales. Inclusive albañiles y pintores contratados por millares se sentían extraordinarios por trabajar en el mayor proyecto encabezado por nuetsra comunidad. Lo que más me llamaba la atención del asunto en el que nos veíamos inmersos los encargados de diseñar los planos de esta mole, era que en realidad no sabiamos qué fin último tendría el nuevo edificio construido, porque ¿cómo podría surgir una estructura semejante a partir de planos que no encontraban alguna relación entre sí?, esto va en contra de todas las teorias de construcción que hasta el momento había conocido. Qué sorprendente será el final de todo esto.
Basado en mi total incertidumbre con respecto a lo que envolvia mi entorno, decidí realizar un investigación con el fin de agobiar mi curiosidad y volver de nuevo a la paz que me deparaba el trabajo monótono. Acudí al que se presumía ser el encargado de la construcción de la central, y aunque muy hermetico al principio, poco a poco fueron amplificandose sus respuestas a medida que notaba el extremo interés que despertaba en mí aquella obra. Lo que me dio a entender es materia de Físicos teóricos, por lo cual la dificultad que despierta en mí el tratar de impregnar sus palabras, es bastante grande, pero he aquí la parte central de la argusia por la cual se trataría de llevar a cabo la construcción de la central.
La compañera Lilith proponía construir con un proceso emergente que partiera de elementos no realcionados entre si para agruparse como lo permitieran sus ángulos y formas. Estos agrupamientos darían como resultado bloques específicos y sin relación uno del otro, que por el mismo procedimiento emergente (al que denominó recurrencia exaptacional), daría nuevos conjuntos que terminarían por ser uno solo: la central.
La recurrencia exaptacional no la entendí mas que como un conjunto de eventos emergentes provenientes del caos, que en reiteradas ocasiones interactuaban unos con otros sin lograr una realación como tal, pero de forma aleatoria alguna de estas interacciones resultaría favorable y es de esta manera como se crearía una conección entre los planos antes descritos; la reiteración de estas interacciones favorables surgidas de la casualidad daría lugar a la recursividad, que en su paso último haria emerger al orden desde un estado inicial que se nutría únicamente de lo caótico. Eso al fin me dio un lugar, yo y todos nosotros éramos los factores que alimentaban a las reglas iniciales en ese conjunto caótico de planos, de ideas, de individuos construyendo sin saber qué es lo que costruyen, pintando y decorando, acarreando aquí y allá sin saber en absoluto qué es lo que se obtendrá al final de la jornada de trabajo. Si es que existe un final. Eso éramos, factores, factores de... ¿de qué?
Lilith se jactaba de tener toda la información necesaria para construir la torre, es decir, solo dejaría pasar las cosas, jugaría el papel de maestro del rompecabezas, y aun así no sabía nada acerca del propósito con el cual sería construida la central. Pero me dijo como acudir al jefe máximo, aunque me pidió no mencionar su nombre al verlo. No iba a ser fácil que Él accediera verme, pero lo más perturbante no lo constituía ese hecho, sino las condiciones que propiciarian mi visita. Las instrucciones eran claras pero totalmente fuera de lugar: tendría que dormir primero para poder verlo a Él, tendría que despertar en mi sueño y en mi dormir, ser conciente de mi propia conciencia sin que eso me condujera al insomnio.
Mi desesperación era tal en este punto de mi conjeturación sin respuesta que intenté hacer lo necesario para saciarla; pero todo fue en vano, nunca logré tener un control total de mi sueño. La ultima esperanza arrojábame un abasallador final sin respuestas, y de cualquier manera, aún no sabía si al encontrarme frente a Él las obtendría, o si las descabelladas instrucciones de Lilith no eran mas que producto de su genio torcido y retorcido por estar tan inmiscuido en los asuntos donde nadie se habia interesado en inmiscuirse ¿o ese era yo?
Producto de esa locura contagiada o ganada a pulso (¿quién sabe?) finalmente me encontré cuestionándome sobre la central, sobre la parte que me tocó elaborar, sobre las hipótesis hechas y desehechas que acumulaba hasta el momento, cuando de repente me di cuenta de que estaba dormido. Un momento de relajación se presentó previo y necesario para tener el control total de lo onírico. Finalmente al sentirme más seguro emprendí la búsqueda, no supe nunca por donde empezar, solo caminaba entre todos los paisajes mentales que pudieran relacionársele a Él.
Finalmente, terminé sintiendo una presencia, no podría explicar lo que produjo en mí, únicamente puedo adjetivar repetidamente infinito entre el conjunto de explicaciones que he tratado de darme desde ese momento. Me dijo ser un niño llamado Agustín, tenía 13 años, vaya edad milenaria; se impresionó mucho al verme, me llamó por mi nombre: Ego, y sin esperar preguntas obtuve una respuesta: me pidió no seguir impidiendo el progreso de su cerebro, tenía que ayudar a formar nuevas conecciones para que él alcanzara la sabiduría, me dijo estar evolucionando.
Despues de despertarme repentinamente, no entendí nada, excepto un vacio inmenso dentro de mí, como si me hubiese reflejado en el universo y por fin me sintiera parte de Él pero sin estar ahí, como siempre me he sentido. Inmediatamente después de volver totalmente hacia mis recuerdos, ahora segundos después recuerdo la explicación final que dio Agustín a mi interrogante no preguntada: “La corporación no se construye con ladrillos, ni asbesto, hierro, láminas o adobe; no, la corporación se construye con materiales mucho mas reales, más efímeros y duraderos que cualquier otro material del mundo, aunque eso implique que todo lo que huelas, toques, mires y sientas sea parte de tu mente y de la suya, con cada una de ellas se conforma mi mente”
Ahora me da mas asco el trabajo que hago, ¿qué clase de Dios es Agustín?

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