miércoles, 11 de agosto de 2010

Mina de sol, Lucía García Espinosa de los Monteros

Soy un habitante de la nada.
Una estampa sin nadie.
Un paso al vacío,
Mi amor solo
En la voz solitaria.

Mi estrella se lanza en la noche
Al amparo del abismo,
Con la sola caricia de la caída
Que le desgarra los sueños.

¿Cómo llenar este cántaro que necesita al sol?
Las cosas son fragmentos del sol…
Pero tengo sed.


II.

Llévame al corazón de las tinieblas,
Al lecho de las mariposas
Que colgaron su perfume.
Déjame en las alturas de la noche,
Porque las cicatrices
Siguen sangrando
En búsqueda del sol…

III.

Estoy buscando en el desierto. Nadie responde a la urgencia de mi llamado… toque y toque la puerta y sólo el silencio…
Quien me busque tampoco me encontrará. Mi voz será vacío frente al suyo… un encierro de noches solas, una llamada sin nombre.
¿Quién sangra mi noche?
¿Quién conduce mis sueños?
No puedo ya terminar ésta pintura…

***
Abandono: campana antigua olvidada en cualquier lugar; violeta marcada en el vacío.
La neblina cubre la noche donde se extraviaron los rostros y el corazón decantó su derroche de sueños.
Un paraíso de caricias, eso fue lo que encontré en este mapa. Los trazos, latidos de espuma que no fueron a ese mar desconocido, sin piel, adonde un lago - corazón de tierra, botón de rosa- se quedó humedecido por mis manos….
Pero algo sucedió, las manos tuvieron que soltarse y entonces el aroma de la rosa se quedó en el aire. Su aroma me dá aliento de vida, y recuerdo las manos estrechas, botón de cielo, armadura de distancias, estructuras de un metal desconocido que sigo extrañando… y el olvido, un astilla clavada en mi carne.
Como un recuerdo que algún día también olvidé….

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